jueves, 11 de octubre de 2018

Trampantojos

'Trampa con que se engaña a una persona haciéndole ver lo que no es', reza el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Y algo de eso hay en el último episodio del largo serial que está escribiendo el PSOE en estos meses con la utilización de símbolos institucionales de manera partidista.



"Arde Twitter" como se suele decir en estos casos con esta imagen, que ilustra el acuerdo al que han llegado los líderes de los dos principales partidos de izquierdas de este país. La izquierda y la extrema izquierda, que diría la ministra de Justicia, porque de Bildu, que debe ser algo así como la extrema extrema izquierda aún no sabemos nada.

Se pone al mismo nivel al Poder Ejecutivo, el Gobierno de España, con el legislativo (y no todo), el grupo parlamentario Unidos Podemos. Este tipo de zanganadas comunicativas se están volviendo una constante desde que Sánchez en Madrid llegó a la Moncloa, y el secretario del PSOE cántabro, 'tomó' la Delegación de Gobierno. Bien es cierto que Sánchez está siendo infinitamente más osado, y sus desmanes en materia de comunicación institucional son prácticamente diarios.



Ayer, sin ir más lejos, "ardía Twitter" con la utilización del perfil en esa red del Ministerio de Justicia por parte de su titular, tuiteando con todo lujo de detalles su comparecencia en el Congreso, aderezado todo ello con consignas salidas desde la misma sede de Ferraz. Un perfil que está destinado a informar al ciudadano sobre cuestiones de intendencia de ese Ministerio, se convierte en altavoz de las afirmaciones de la ministra, que como mínimo eran un cúmulo de medias verdades. Y sí, mi opinión es subjetiva, tanto como sus afirmaciones en el Congreso, y por eso sobran dentro de un perfil institucional.

¿El ciudadano de a pie se entera de estas cosas? Poco o nada, porque estamos hablando de cuestiones que pertenecen a un ámbito profesional y político, de quienes gestionan esos perfiles y de quienes orientan la línea editorial de los mismos. En el caso del encabezamiento del acuerdo entre dos grupos parlamentarios en el que se mete por medio la imagen corporativa del Gobierno de España no alcanzo a entender qué es exactamente lo que se pretende. Las críticas están siendo generalizadas porque no hay justificación posible, ni tampoco el hecho de que esa firma se haga en Moncloa. El lugar adecuado hubiera sido el Congreso de los Diputados, porque es ahí donde se van a debatir esos presupuestos, y es ahí donde están los grupos parlamentarios socialista y podemita.

Desconozco si esto ha sido una exigencia de Pablo Iglesias, deseoso de pisar Moncloa (cuando no directamente de asaltarla). Otra cosa es en qué quede ese papel que hoy han firmado. Por ahora ha sido mucho más noticia el encabezamiento que la firma a pie de página. Quizás porque era un papel mojado, visto como están hoy por hoy repartidos los escaños en la Carrera de San Jerónimo.

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