martes, 27 de noviembre de 2018

De mal en peor

@Rawpixel

Estamos en plena tramitación de los presupuestos de Cantabria para 2019, unas cuentas que tienen la particularidad de ser las últimas de esta legislatura, con las elecciones autonómicas y municipales asomando ya en un horizonte cada vez más cercano.

Aunque no lo pretenda, a estas alturas ya se puede hacer un balance de lo que ha sido esta IX Legislatura autonómica, la más loca que yo he vivido. Sí, yo no conocí los años de Hormaechea que todos coinciden en calificar como "droga dura" tanto en lo político como en lo periodístico. Tras ese tsunami vinieron los años de la arcadia feliz, el Cantabria me pone, la gestión de la miseria, para llegar a esta legislatura loca.


Elijah O´Donnell

El hemiciclo que hoy contemplamos no se parece en prácticamente nada al que eligieron los cántabros en mayo de 2015. La anécdota han sido las salidas de diputados, algo típico en todas las legislaturas. La categoría, todo lo demás. Si a alguien le contamos al inicio de la legislatura la mitad de la mitad de todo lo que íbamos a vivir en estos tres años y medio, nadie nos hubiera creído.

Aunque suponga tener menos escaños, es indudable que tener más grupos en el hemiciclo, de entrada, era una buena noticia. Nuevos enfoques, tener nada menos que tres grupos en la oposición, la necesidad de pactos de un Gobierno en minoría, y la posibilidad de que la oposición en bloque hiciera pasar por el aro al Ejecutivo en algunos asuntos sangrantes.

Sin embargo los vaivenes internos de casi todos los partidos han alterado el juego de mayorías, las filias y las fobias, así como las perspectivas electorales de cara a mayo. Se abren muchos interrogantes, y desde luego visto lo visto en esta última negociación presupuestaria se ve que la nueva política ha supuesto más caos, y que al final, un Gobierno en minoría pueda elegir hasta entre tres opciones para aprobar el presupuesto. 


Jon Tyson

Tenemos un tránsfuga, ex de Ciudadanos, y a otro diputado, todavía de Podemos, cuya situación resulta incalificable ya que no se ha ido de su partido, no ha renunciado a su acta como anunció, está de baja, pero no puede activar su voto telemático. En definitiva, dos anomalías, dos vacíos legislativos que, y esto va en el debe de los otros 33, no se han corregido y dejan abierta la puerta a que en el futuro volvamos a vivir situaciones absolutamente indeseables.

Precisamente ayer, mientras se decidía en la Cámara el futuro del presupuesto de Cantabria, el segundo caso en cuestión, el aún podemita de baja pero sin voto telemático, berreaba en las redes por una información relativa al ex-ministro de Fomento (ya fuera de la política). Para eso ha quedado este caballerete, cobrando religiosamente cada mes un sueldo público, que pagamos todos, y que es evidente que ni se gana ni se merece.

Es lo que hay.